Off track.



Se me hace muy curioso que, los motivos iniciales por los cuales decidí adentrarme por entre los entresijos que describe todo lo relacionado con "la nación invisible", no tengan demasiado que ver con aquellos otros que..., a día de hoy, me mantienen firmemente asentado (y cada vez más convencido) en estos remotos territorios.

Habiendo llegado, casi por casualidad, desde un lugar en el que (aunque puedan apreciarse ciertas similitudes) se rigen por un ordenamiento bastante distinto, la sorpresa inicial dio paso rápidamente no ya a la aceptación, sino a una completa y absoluta adhesión, a todos aquellos nuevos preceptos recien descubiertos.

En ese breve periodo de desorientación, previo a la comprensión ulterior, fui muy consciente de estar totalmente fuera de lugar. No obstante, esto no se tradujo en miedo a aquel entorno desconocido ni en un rechazo a todo cuanto me iba encontrando. Muy al contrario, me sentí invadido por una acentuada curiosidad y un acusado impulso de recopilar tanta información como me fuera posible. Desubicado o no, eso no me impedía en absoluto familiarizarme con los "hitos" que jalonaban aquella novedosa "cartografía", por muy "descolocantes" que..., en ocasiones, pudieran resultar.

Ha transcurrido ya mucho tiempo de todo aquello y mi propia visión se ha visto, más que cambiada, enriquecida por todo cuanto he tenido la oportunidad de conocer y experimentar. Pero no sólo se ha visto modificada mi percepción de todo cuanto había permanecido veladamente oculto en el pasado sino, también, en relación a mis nociones preexistentes y a las pautas que se han ido estableciendo en el lugar del que provengo. En cuanto a esto último, aunque sea desde la distancia, observo con creciente preocupación como se van imponiendo los preceptos que emanan de la que aquí se conoce como "La Generación L'Oréal", surgida de entre los inopinados detritos de una "Sociedad Disney". Por extraño que parezca, me asombra ver como un exacerbado relativismo camina de la mano de una interesada literalidad con el fin de apuntalar el inmovilismo y la pasividad individual al tiempo que se recurre a los más variados (aunque casi siempre peregrinos) argumentos.

En contraposición a lo que he dejado expuesto al principio, no parece existir voluntad alguna de aventurarse más allá de la zona de confort que cada cual se ha ido construyendo, lo que imposibilita, por ende, cualquier tipo de crecimiento a nivel personal. La oposición al cambio, o tan siquiera a la observación objetiva de otras alternativas de desenvolvimiento que no sean las propias, se traduce en una agresividad gratuita que únicamente obedece al miedo.

Veo todo esto y agradezco la fortuna de la que he sido partícipe al haber contado con la oportunidad de poner a prueba mis dotes adaptativas pues, muchas veces, es necesario perderse para, finalmente, poder encontrarse. Sin nuevos desafíos, sin inesperados acicates que vengan a espolear la ortodoxia de un razonamiento anquilosante, no sólo resultará muy difícil (más bien, imposible) que saquemos todo el partido a nuestro verdadero potencial. Además, y esto nunca debería ser objeto de discusión, nos estaremos perdiendo infinidad de cosas que, a buen seguro, nos permitirían disfrutar muchísimo más de nuestra existencia.

Comentarios

Entradas populares