Esplendores que asoman.

 


No es el barniz

con que imprimas tu apariencia,

ni el atuendo

bien escogido que delimita tu encanto.


Ni siquiera los atributos

tangibles, innatos..., visibles,

con que embelesas mis ojos

a cada instante que pasa.


Es la promesa que acude

a refrendar cuanto tienes

bajo la fina envoltura

que es el preludio de todo.


Es el aliento que fluye

de tu interior más profundo,

los delicados matices

que van brotando sutiles.


Es la luz disimulada

que espera a que la liberen.

Fuego interior con que alumbras

los desvelos que se callan.

Es lo que apenas se capta

pero lo más importante.


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