Recepciones.
Conforme nos vamos adentrando en ese periodo de días fríos y noches largas, en nuestra ciudad comienzan sucederse, de manera reiterada, ciertas dinámicas nocturnas de carácter social con un toque un tanto particular.
Lo que, en un primer momento, podría parecer (porque, de hecho, se parece) una especie de fiesta de etiqueta, cuenta con algunas variaciones que, finalmente, son las que se ocupan de nutrir un carácter bien diferenciado.
Tomando como referencia estilismos más convencionales, las licencias; códigos más bien; en materia de indumentarias que observamos en este tipo de eventos persiguen provocar de manera inequívoca el deseo sexual. Si bien enmarcados por una envoltura no exenta de elegancia, de manera explícita y totalmente indisimulada, se dejan expuestos aquellos atributos físicos más proclives a despertar el ansia libidinosa entre los asistentes.
Lo curioso de todo esto es que no está permitido sucumbir en modo alguno a este tipo de tentativas; y hasta se considera de mal gusto sacar a colación dichos temas en las conversaciones que pudieran surgir en el curso de estas veladas.
Al final, todo esto viene a ser algo así como una especie de prueba de resistencia; un ejercicio donde la tentación se muestra siempre presente, accesible y palpable; pero donde la gracia y el mérito del asunto reside en ser más fuerte que ella.
Ahora bien: lo que pudiera llegar a acontecer en el momento en que se dan por concluidos estos atípicos eventos..., eso ya...
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