Vacíos aparentes, vacíos reales.



Ya os habréis percatado de que, en las últimas semanas, la temática que envuelve este apartado reducto está resultando más bien monótona. Del acostumbrado corte concupiscente que tiende a destilar como norma, a pasado a centrarse, casi en exclusiva, sobre el escenario pandémico que corre como la pólvora a lo largo y ancho de nuestro desatendido y convulso orbe.

Qarpadia se libra por momento de padecer sus efectos (la autarquía tiene sus ventajas), pero a mí, toda esta situación, me ha pillado pasando unos días en tierra natal, allá por las estribaciones más septentrionales de la antigua y trillada Iberia. Pasar tanto tiempo sin poder desenvolverme directamente por entre los usos imperantes en la que ya considero como mi segunda patria, y teniendo que pasar no pocas horas asumiendo un austero confinamiento, pasa factura cuando se trata de imprimir un enfoque que se alimenta de unas fuentes hoy acotadas.

Por otra parte, tanto mi obligado enclaustramiento como la excepcionalidad de la presente situación, me está sirviendo para tomar conciencia de lo mal que andan las cosas por esta sufrida y acomplejada nación llamada España. Que conste que esto no lo digo por la tardía, errática y, en ocasiones, hasta deliberadamente negligente forma de actuar de muchos de nuestros gestores. Lo que me está causando una más honda impresión (y congoja por momentos) es el elevado número de individuos de a pie que, lejos de empatizar con el resto de sus congéneres, se jactan de ir por libre con una arrogancia y un desdén totalmente fuera de lugar. No conformes con eso, aún les sobra tiempo para criticar con vehemencia los gestos altruistas que muchos ciudadanos vienen realizando a título personal.

Puede que, en estos días, nuestras calles luzcan desacostumbradamente vacías, pero eso es algo pasajero que no me inquieta más allá de lo estrictamente necesario. Lo que en verdad me preocupa es la ingente cantidad de cabezas huecas que pululan a nuestro alrededor y que, en momentos como este, destacan de manera opresiva y, en cierto modo, aterradora.

No sé que debería causarnos mayor alarma, si ese virus que ahora mismo parece campar a sus anchas o ese otro tipo de "gérmenes", supuestamente dotados de conciencia, que conviven con nosotros todo el tiempo y en cualquier circunstancia.


Comentarios

  1. Yo abogo por lo segundo... asombrada de lo que da de sí el ser humano... dudo de mi especie, a veces, miro a los animales y veo más raciocinio. Cabezas huecas? o es que el virus también tiene esa otra sintomatologia? En cualquier caso... esto nos está demostrando la realidad de cada quien.

    Mil besitos y a cuidarnos, estés donde estés, Qarpatian.

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    1. Sí. Tal vez todo esto nos sirva para darnos cuenta de una vez de quienes son aquellos con los que podemos contar y quienes los que, bajo ningún concepto, son merecedores de nuestra confianza.

      Un saludo y muchos ánimos.

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  2. Lo primero es malo y pasará, tarde o temprano, lo superaremos. Pero , lo segundo. ¿Realmente estamos preparados para hacerle frente y acabar con ello? Eso es más que una pandemia. Es una cosa crónica que muta y muta... y ahí está. Algo hay que hacer. Ahora no es el momento pero hemos de estar para el preciso.

    Y donde esté, siga disfrutando de la vida que, aunque sea tras la ventana, nos sigue ofreciendo parte de su belleza. Cuidese.
    Afectuosos saludos y sonrisa.

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    1. Yo me estoy planteando muy seriamente mantenerme en estado de confinamiento una vez hayamos superado esta crisis. Con eso ya te lo digo todo.

      Un fuerte abrazo y no corras riesgos.

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  3. Que te voy a decir yo que no hayamos comentado ya estos dias?...

    Asustada estoy de tanto cafre suelto.

    En estas ocasiones es cuando realmente te das cuenta del tipo de personas que somos, como reaccionamos ante las adversidades y la responsabilidad y generosidad que poseemos y...creo que deberíamos aprovechar este tiempo para reflexionar y crecer...

    Aunque...visto lo visto....lo dudo.

    Besines dulces
    A Tus pies

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    1. Sé que sonará bastante mal, pero... "la solidaridad para aquellos que la merecen". ¿Cuánto "espécimen" anda suelto por ahí reclamándola airadamente para sí cuando, después, si niega en redondo a practicarla con los demás.

      Paro ya que, sino, me enciendo, REDIOS!!!

      Un beso y un azote mi dulce, y "consecuente", sierva.

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