Invidencias sobrevenidas.



No ver, no saber, no contrastar.

A veces, la incertidumbre,
puede ser un acicate,
un incentivo oportuno,
una gozosa experiencia.

Pero todo tiene dos caras
y, en ocasiones, la duda,
nos reconcome,
nos zarandea desdeñosa
mientras expone, implacable,
expectativas poco halagüeñas.

No hay manera de zafarse,
únicamente esperar,
confiar en una buena estrella
que aún no se vislumbra
ni se puede dar por segura.

Y en ese impávido suspense,
sometidos a su cruel tiranía,
transitamos entre sombras de incoherencia
que nublan nuestro futuro
y nos arrojan, insensibles,
a un enervante escepticismo.

Qué llegue rápido el mañana
y nos cure esta ceguera,
para despertar más serenos
dejando atrás un mal sueño.


Comentarios

Entradas populares