Revestidos de una idea.

 


Aquí, lugar donde viven y se explayan los devotos practicantes de una ética disfrazada de inmoralidad, la desnudez de los cuerpos no es motivo de escándalo ni causa de vergüenza. Es más bien el vacío del alma, y la ausencia de un oportuno intelecto, lo que se convierte en objeto de censura y reprimenda.

Lo que se hace, o deja de hacer, con el caparazón en el cual se aloja nuestra identidad, no es tan reprochable como el uso que (a modo de excusa) muchas veces se hace de la ineptitud y la ignorancia.  El desconocimiento, en algunos casos, bien pudiera ser un pretexto válido, pero..., entre aquellos que reinciden en sacarlo colación para salir indemnes, tiende a intuirse un claro indicio de mala fe.

Siempre es mejor primar el contenido de una cabeza bien amueblada sobre la indumentaria que luzca el resto del cuerpo.


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