Rincón desahogado.

 


¿Cuántas veces nos llegamos a sentir encerrados en el bucle infinito de una rutina opresiva? ¿Cuántas veces hemos sufrido el atenazante yugo de las consideraciones ajenas y la falsa obligación de contentar a todo el mundo?

Hay momentos en los que el hecho de huir no es un acto de cobardía sino, más bien, de necesidad. Instantes en los que se hace indispensable abrir, de par en par, las ventanas y puertas de nuestras embotadas estancias vitales, de ventilar todo ese aire enrarecido que se ha ido acumulando en nuestro fuero interno.

Algunos podrían interpretarlo como un claro ejemplo de egoísmo, y sí, lo es. Pero para poder hacer algo por los demás, primero, tendremos que estar bien nosotros mismos. Además, con el egoísmo, pasa un poco como con la envididia: dependiendo de sus motivaciones, pueden tener un componente sano o justo lo contrario.

Que disfrutéis todos de una muy feliz, y "descongestionada", jornada de domingo.

Comentarios

  1. No podría estar más de acuerdo...
    Abrir puertas y ventanas, que pase el viento y se (lo) lleve todo... huir hasta de un@ mism@, para sanar y así, tal vez, volver...

    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Es egoísmo puro, pero ¿quién no lo tiene? Muchas veces nos vemos en la tesitura de ser parte del egoísmo del otro. Es necesario ser la o el protagonista del propio y disfrutar de ese rincón.

    Mil besitos y feliz semana.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares