Escalas.

 


Aquí, en Qarpadia, se tiende a pensar que, en esencia, todos, o casi todos, compartimos un sentido de la responsabilidad y el compromiso (en principio) bastante similar. Lo que ya no guarda tanta relación entre unos individuos y otros es la forma que se tiene de "graduar" los componentes éticos que determinan nuestra forma de reflejar ante los demás esos conceptos tan obvios pero, por lo que se traduce en muchos momentos, tan escurridizos. De ahí, sin duda, la expresión "escala de valores" a la que solemos recurrir para poner frente a frente dos concepciones de comportamiento (casi siempre enfrentadas) desde un punto de vista deontológico.

Por otra parte, el término "escala" también tiene otras acepciones, como pudiera ser la de "etapa", vocablo perfectamente aplicable a las apreciaciones morales pues, estas, no permanece inalteradas a lo largo de la vida de una persona sino que se ven influenciadas, modificadas, y hasta retorcidas, por el entorno, los acontecimientos y las emociones que van surgiendo merced a todo lo anterior.

Y..., aún resta un significado más que poder otorgar a esa palabra por la que hoy estoy manifestando tan alto grado de obcecación: el de ese elemento similar a una escalera y que tanto puede servir para elevarse como para descender. Con nuestro valores sucede un poco lo mismo. Dependiendo del rumbo que asignemos a nuestras prioridades en el seno de nuestra propia conciencia, ascenderemos o nos hundiremos como personas, ya que, en última instancia, el sentido que marcará nuestra existencia siempre va a estar en nuestras manos.

Conviene tenerlo presente y no enmascarar como verdad lo que es mero interés (interés mal entendido obviamente).

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