Fierecilla domada.

 


A costado conducirte,

dar con el punto adecuado,

para que al fin descubrieras

las ventajas de tu doma.


Como potrilla salvaje,

tu rebeldía imperaba

sobre el resto de conceptos

que la ocasión requería.


La pretendida experiencia

que realmente ambicionas

necesitaba de riendas

con que templar tus arranques.


Hoy ya comprendes la pauta,

te adelantas al sentido

y te amoldas por instinto

al momento y a las ganas.

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