Descrescendo.

 


Ya sé que..., de un tiempo a esta parte, resulta un tema recurrente, pero es que los ciclos estacionales tienen un profundo impacto en el modo en que los qarpadios encaran su día a día.

La languidez crepuscular con la que el sol del otoño lo impregna todo crea estampas de una luz muy específica y, en gran medida, reveladora.

Como si los propios gestos se ralentizaran, todo adquiere un aire y sentido más pausados. La vitalidad se enmascara y el tiempo discurre lento a fin de poder deleitarse con el decadente brillo de anaranjados tonos.

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