Sympathy for the devil.
Profeso mucha empatía,
lo confieso y lo recalco,
por criaturas infames
que no temen desmarcarse.
No es maldad lo que destilan
esos seres marginales,
sino un valor genuino
que los hace diferentes.
Son rechazados, proscritos,
por no adherirse al discurso
del sentir empoderado
y ser dueños de sí mismos.
Por ser ese verso libre
de sentido relativo
que no casa con las tesis
de un relato ya enmarcado.
Porque no esconden la duda
que todo acto conlleva,
pero se arriesgan, lo luchan
y..., algunas veces, lo ganan.
Porque no pierden el tiempo
llorando por las esquinas
ni lamentando su suerte
cuando les vienen mal dadas.
Porque si el resto se rinde
y se escabulle en silencio
dicen: "¡Qué coño! Si vine...
no fue como figurante."
Por esa honestidad ruda
que no regala el oído.
Por no ponerse al servicio
de una falsa diplomacia.
Porque serán muchas cosas
pero siempre van de frente,
por esos mis simpatías
muy a pesar de su fama.
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