Razas de noche.



Las horas de oscuridad, día tras día, van acentuando el reinado de las sombras y..., entre tanto, sus hijos se van apoderado de las calles de una ciudad en creciente penumbra.

No temáis su advenimiento. No vienen a destruir ni a imponer el terror sobre las almas piadosas, sino a mostrar aquellas otras virtudes que, tal vez por timidez, tienden a estar camufladas.

Mientras la luz va menguando, para compensar esa merma, abrimos más nuestros ojos. Ese es el momento preciso en que estos intrépidos viandantes aprovechan para desplegar toda su magia.

Estrellas de proximidad cuyo brillo (como sucede con las originales) solo puede apreciarse tras la puesta de sol. Heraldos de todas esas palabras que se callan por miedo a que alguien venga a pervertirlas.


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