Retales.

 


Todos, sin excepción, albergamos nuestras propias y particulares aspiraciones. Algunas veces se trata de cosas más bien modestas y accesibles y otras, en cambio, son el reflejo de un trasfondo mucho más grandilocuente.

No obstante, con independencia de la naturaleza que defina a toda esa suerte de interiorizadas ambiciones, está todo cuanto acontece en rededor nuestro mientras aguardamos (con mayor o menor fortuna) el momento en que todo eso que anhelamos, finalmente, se materialice.

En ese impasse, con esa fijación ocupando la totalidad de nuestro subjetivo campo visual, muchas veces sucede lo mismo que con ese árbol que no nos deja ver el bosque: que el objetivo nos priva de la perspectiva.

Por esa razón, de tanto en tanto; y sin que ello resulte privativo en lo que a pretensiones se refiere; resulta tremendamente clarificador ahondar en esas innumerables "perlas" que, día tras día, jalonan nuestra rica existencia.

Si lo hiciéramos más a menudo, en la soledad de nuestros propios pensamientos, sin caer en el prejuicio o infundadas hipótesis, seríamos conscientes de la profundidad de todo cuanto nos envuelve y de la complejidad que confiere a nuestra propia personalidad lo que (bajo el ególatra prisma de nuestros afanes mundanos) antes nos parecía imperceptible.

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