Desordéname.

 


Ven rápido, no tardes,

que me hace falta el alboroto

de tu risa desenvuelta

y la sorna que delata.


Acude rauda al llamado

de quien demanda jaleo

y sabanas embarulladas

cuando termina la noche.


Necesito tu locura

y el adorable pandemónium

que pone patas arriba

al sistemático hastío.


Ven, no tardes,

que todo se torna aburrido

sin ese caos entrañable

que vas sembrado inadvertida.

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