En el eterno margen.
La verdadera identidad tiende a ser un concepto bastante escurridizo, no ya por la sensata prudencia que aconseja no confiarse en exceso, sino porque son muy pocos los que muestran un interés real en analizar y comprender las motivaciones e interioridades ajenas.
Ningún lugar se salva de tener que bregar con esta incómoda realidad; no obstante, en nuestra ciudad, en la medida de lo posible, se busca mitigar alguno de los efectos derivados de esta perniciosa dinámica. No se trata de algo sencillo ni es capaz de garantizar siempre resultados óptimos (bajo presión todo puede saltar por los aires) pero no queda otra que hacer todo lo posible para estrechar lazos o..., al menos, mantenerlos razonablemente activos.
Todo el mundo tiene algo especial que ofrecer a los demás y, lo que esto viene a decirnos es que..., en este sentido, ninguno de nosotros es único. Conviene tenerlo presente para no caer en la tentación de pensar que nuestra singularidad nos convierte en superiores.
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