Veilin promenade.


Hoy me gustaría llevaros a visitar uno de los barrios con más encanto de nuestra polifacética ciudad. Se trata de el "Veilin", un pequeño reducto relativamente tranquilo que sirve como contrapunto para a una urbe que resulta tan frenética en muchos otros aspectos.

Especialmente en estos días; en el último tercio de la primavera, cuando el verdor de las abundantes y pobladas arboledas que visten sus calles se manifiesta más intenso; es un buen momento para perderse por los innumerables rincones cargados de encanto que atesora.

Un aire clásico parece envolver todo el lugar, como si el tiempo hubiera decidido detenerse hace ya algunos años a tomarse un respiro y aún no hubiera encontrado el momento oportuno de reiniciar su marcha. El estilo de sus edificios, las vestimentas y los modos que imperan entre su vecindad, los nostalgicos acordes con que inundan sus estancias... todo ello nos conduce a paisajes pretéritos que, por otra parte, no dejan de contar con númerosos, si bien muy sutiles, aires renovados.

Así mismo, la oferta gastronómica que nos ofrece es la más refinada y con más solera de toda nuestra metrópoli y pone a nuestra disposición los mejores productos con los que cuentan estos contornos en función a la temporada en la que nos encontremos.

Si lo deseamos, antes o después de degustar esas excelencias culinarias, siempre podremos dejarnos caer por alguno de los numerosos establecimientos de artículos vintage donde, rodeados casi siempre de una atmósfera un tanto vetusta, podremos encontrar toda suerte de variados y descatalogados efectos que harán las delicias de los más avezados y exigentes coleccionistas.

En cuanto cae la noche el ambiente se vuelve bastante plácido; sin demasiado bullicio si lo comparamos con el que destilan muchas de las áreas circundantes; aunque, igualmente, nunca faltarán alternativas de interés para quienes se sientan más atraídos por formas de esparcimiento más... sosegadas.

Comentarios

Entradas populares