Punto de encuentro.
Discurriendo sinuosos,
en una perfecta armonía,
destinos dispares convergen
como en una encrucijada.
Se entrelazan caprichosos,
volviendose equidistantes,
y se convierten en uno
compartiendo sus variables.
Una mixtura perfecta
de infinitos recorridos
que se amolda a los perfiles
que se pongan por delante.
Sin un fin, sin un principio,
se combinan eficaces
sobre un plano sensitivo
que se ajusta a sus avances.
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