Capítulos.

 


Una de las cosas que mayor impronta me ha dejado desde que decidí asentarme en esta ciudad es la peculiar forma que tienen sus moradores de encarar sus propias historias.

No importa tanto el estilo, ni el éxito o repercusión que pueda tener en los demás, como el hecho; no ya de contarlas de un modo determinado; sino de escribirlas (entiéndase vivirlas) de un modo honesto y genuino, sin fijarse en lo que se supone que se espera de nosotros y sin pretender agradar al grueso de la sociedad. Se pueden respetar las normas básicas de convivencia sin necesidad de claudicar a los convencionalismos ni renunciar a ese espíritu propio que nos mueve a un nivel mucho más personal.

Nuestra historia es nuestro camino, nadie puede recorrerlo por nosotros pues, de ser así, pasaría a ser el suyo. Cada etapa es un nuevo capítulo y, cada nuevo paisaje, una nueva experiencia. Pasado un tiempo, al volver la vista atrás, la senda que hayamos abierto, no sólo hablará de dónde hemos estado; servirá también, en gran medida, para explicar en qué nos hemos convertido.


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