Elasticidad existencial.




Creo que todos, en alguna ocasión, nos hemos visto asaltados por una difusa sensación de volatilidad temporal. Horas, días e, incluso, meses, dan la impresión de experimentar una aceleración fuera de todo rango. Nuestros recuerdos más recientes se entremezclan apelotonados haciendo bastante difícil establecer unos límites claros entre ellos y generando una cierta confusión en nuestro habitual discernimiento. Obviamente, el tiempo es el que es, en ningún momento dejamos de ser conscientes de ese hecho, pero nuestro modo de percibirlo, a veces, se empeña en negar el carácter incuestionable de ese principio. No sé si algún día seremos capaces de desarrollar una tecnología que nos permita estirarlo o comprimirlo a voluntad y, aunque nuestra mente de la impresión de contar con la clave para hacerlo de una manera inconsciente, lo cierto es que tan solo se trata de una ilusión. Por otro lado, dicha ilusión ejerce sobre nosotros cierto grado de influencia, nos condiciona aunque sea levemente y, por ende, determina la dirección de algunos de nuestros actos por esa capacidad que tiene de alterar nuestras apreciaciones. ¿Lo convierte esa capacidad en algo “real”?

No penséis que pretendo adentrarme por terrenos metafísicos, únicamente intentaba plasmar por escrito lo sencillo que resulta sumergirse; mediante argumentaciones lógicas y, en cierta forma, plausibles; en cuestiones controvertidas y no exentas de contradicciones. He tomado este ejemplo porque -como he dicho al principio- todos sabemos de qué se trata, aunque no todos lo interioricemos del mismo modo. Creo que no existe mayor relatividad que la que emana de las percepciones humanas y dicha creencia se ha ido consolidando, más si cabe, desde que trabé contacto con el modo de ver de los qarpadios. Resulta curioso lo sensibles que podemos llegar a ser ante los estímulos que nos llegan de nuestro entorno más cercano y cómo estos (dependiendo de sus características estéticas, climáticas, sociales, etc …) son capaces de incidir en nuestro enfoque de las cosas y en nuestro estado de ánimo.






Volviendo a la cuestión puramente transitoria, he de decir que…, cuanto más me adentro en la particular idiosincrasia que define a los pobladores de la nación invisible, con más facilidad tiendo a perder la noción del tiempo (al menos en el sentido que normalmente tendemos a aceptar), debido, sin duda, a la notable diferencia de estructura que aquí se adopta en relación a muchos de los asuntos más comunes. Es verdad que, al principio, me sentía un poco extraño y notaba cierta pérdida de control. Pero no tardé demasiado en comprender que lo importante, dentro de ese periodo de existencia que a todos nos es concedido, no es la forma en que lo distribuimos, sino, más bien, de qué lo llenamos.





Comentarios

Entradas populares