Desnudando el enigma.
Se escrutan los cielos
en busca de respuestas,
se escriben tratados
sobre el sentir de la palabra
y se surcan los mares
en pos de una esperanza,
las más de las veces, ficticia.
Se estudian las ciencias
y los conceptos abstractos,
se crean lenguajes
sólo para iniciados
y se trazan fronteras
sobre trozos de papel
que el tiempo acabará devorando.
Pero existen disciplinas,
más sutiles y cercanas,
que se dejan aparcadas
despreciando las virtudes
que se ocultan en los pliegues
de un alma a contracorriente.
Nos ponemos de soslayo
ante cuestiones vitales
por pereza, por orgullo
o intencionada ceguera.
No estimulan lo bastante
nuestro espíritu insurrecto
que, al final, es dominado
por rebeldías estándar.
Si atendiéramos un poco,
a ese latir adyacente
que creemos conocido,
descubriríamos mundos
de riqueza insospechada
en lugar de lamentarnos
por no encontrar nuestro sitio.
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