Leyéndote.

 


En ocasiones tranquilas

de discurrir cotidiano, 

celebramos la fortuna

que hay en las cosas pequeñas.


Son momentos que aprovecho

para indagar argumentos

prendidos a tu presencia

de manera distraída.


Pregunto con la mirada

sobre los versos tejidos

de tu aliento acreditado

en el tiempo que has vivido.


Y tú, cuál libro abierto, describes

ilusiones y esperanzas, 

mientras citas aforismos

extraídos de tu historia.

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