Ermitaños.

 

Más allá de los lindes de nuestra ciudad, en las lejanas y escarpadas tierras del norte, un escogido grupo de ascetas de corte hedonista, se consagran con encomiable empeño a mantener viva la esencia más pura; y..., en buena media, asilvestrada; de unirse en solaz contubernio prescindiendo de cualquier clase de refinamiento que derive de aquello que se supone civilizado.

No es de extrañar, por tanto, que casi todos los que; por una u otra razón; se acaban internando descuidadamente por esos yermos y remotos parajes, se suelan sentir invadidos por una inexplicable compulsión que incita a abandonarse a la lascivia más elemental y salvaje de todas; y que, dada su oportuna disposición cardinal en relación a esta urbe desde la que os escribo, no sepan muy bien si a lo que conduce es a perder el norte o, de manera totalmente opuesta, a encontrarlo.

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