Con el tono adecuado.
Te desnudo
para volver a vestirte.
Te acicalo y te enjaezo
con sé que a ti te gusta.
Me tomo mi tiempo
y... espero
a que te pongas a punto,
a que entres en espacios
que enfatizan tus encantos.
Después te impongo mis manos
y comienzo a modelarte,
a tintarte de encarnado
y a incitar tus humedades.
Bordeando tus abismos,
con el tacto y la palabra,
invoco tu desenfreno
para que alcances la cumbre
del abandono sublime.
Y eso tan solo es comienzo
de lo que asoma a tus ganas.
Preludio de esos pecados
que entre los dos cometemos.
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