De sopresa en sorpresa. (V)

 


Viene de...

Finalmente, entre todo el despliegue estilístico que había sido puesto a su disposición, optó (además de por aquel complemento concreto que tanto la había seducido) por un sencillo jersey de punto; algo que..., pensó, definía su verdadera esencia y que, además, no la hacia sentirse incómoda ni encorsetada.

De esa guisa, fue en busca de su anfitrión para que cumpliera con el compromiso adquirido. No le resultó difícil encontrarlo pues, desde la espaciosa estancia que hacía las veces de estudio, se desparramaba un halo de potente luz artificial que generaba marcadas sombras en los requiebros de las paredes colindantes.

- Interesante elección. - sentenció él en cuanto la vio aparecer.

- ¿Sorprendido? - interpeló ella con honesta curiosidad.

- Lo cierto es que no. Me gusta la apariencia que has escogido mostrarme. Me ayuda a formarme una idea más clara sobre ti.

- ¿En serio?

- Ya me lo dirás cuando compruebes los resultados. Pero..., ahora, ¿qué tal si comenzamos? ¿Estás lista?

- No lo tengo muy claro. ¿Qué tengo que hacer?

- No te preocupes. Yo te iré indicando. ¿Te parece que ponga música para crear algo de ambiente?

Ella asintió un tanto apocada y su fortuito retratista se ocupó de proporcionar a aquel instante una adecuada banda sonora.

Así fue como; entre disparos de flash, poses ligeramente corregidas y constantes cambios de enfoque e iluminación; se fue implementando un extenso registro gráfico alrededor de aquella mujer cada vez más implicada con su recién estrenada faceta de modelo. Lo cierto es que, tras los lógicos titubeos iniciales, la experiencia se le hizo muy corta, por lo que apenas pudo disimular su pesar cuando  aquel cazador de momentos dio por concluida su particular acechanza.

- De momento, creo que ya cuento con material suficiente. - aseveró como colofón. - ¿Qué te parece si le echamos un vistazo?

- Estoy impaciente.

Él, tras extraer la tarjeta de memoria de la que estaba provista la cámara, la conectó al ordenador portátil que ya había dejado dispuesto sobre una amplia mesa de trabajo y, seguidamente, fue mostrándole a su recién reclutada musa el resultado de sus progresiones figurativas.

- ¿Qué opinas? - quiso saber.

Ella estaba sin habla. No sabía muy bien que término emplear para definir sus impresiones. De hecho, no se hacía a la idea de que ella fuera la misma persona que se estaba asomando a través de la pantalla. Se sentía a un mismo tiempo orgullosa, avergonzada, halagada y sobrecogida. Era como estar viendo...; no, mejor dicho, "era estar viendo"; una parte de si misma que ni ella conocía.

- No sé que decir. - alcanzo a articular - Me siento un tanto turbada.

- ¿Temes que haya podido ver más de ti de lo que pretendías mostrar?

Sus miradas se cruzaron directamente con un grado de intensidad que no se había producido hasta entonces entre ellos. El pulso entre ambos resultaba palpable, casi audible en cierto modo, y daba la impresión de estar cargando de electricidad todo cuanto les rodeada.

- Siento como si me hubieras desnudado por completo. - confesó finalmente - Pero no mi cuerpo, sino mucho de aquello que bulle en mi interior. Mi duda ahora es... ¿hasta dónde habrás sido capaz de profundizar?

Él no dijo nada. Se limitó a tomarla de la mano y a desprender de su muñeca la pulsera de cuero y metal que había tomado prestada del vestidor.


Continua en...

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