Pilares paradójicos.
El impulso fue inicio,
el convencimiento,
más tarde,
un acicate irreversible,
y la entrega desprendida,
finalmente,
la prueba definitiva
de tu ansiado cometido.
Mas algo se te escapaba
por el conflicto entablado
entre las formas y el fondo,
entre actos y sentido,
entre apariencia y talante.
Aquello que, desde afuera,
se interpreta despiadado;
a aquellos que se nos juzga
como entidades crueles;
sabemos de la importancia
y valor de quienes vienen
a ponerse en nuestras manos.
Y..., por eso, sin excusas,
hay que saber estar siempre;
exigiendo si es preciso,
pero también cimentando,
siendo sostén y consuelo
de quien se ofrece dispuesto,
por mucho contrasentido
que algunas mentes asignen
a lo que, siendo sinceros,
es de lo más congruente.
Comentarios
Publicar un comentario