Soy... nosotros.

 

Divagando entre certezas prefabricadas,

sorteando los discursos de usar y tirar

que casi se venden solos,

ocultándome como puedo

del supresivo dictamen ordinario,

llego a una insospechada conclusión.

Antes, en un tiempo ya casi olvidado,

me bastaba y sobraba corage

para defender, a capa y espada,

la validez de mis propios argumentos.

Hoy, las normas han cambiado,

y atienden al simulacro

olvidando el contenido

aunque sea irrebatible.

Pero también he alcanzado

nuevas cotas en mi empuje,

nuevos bríos singulares

que son hijos del plural.

Aritméticas imprevisibles

y lógicas encubiertas

se prestaron a unos fines;

muy concretos, detallados;

que dieron paso a un impulso

que anudaba lo disperso.

Así fue que, junto al río,

fundidos en un abrazo perenne,

dos cuerpos se anexionaron

contra todo pronóstico.

Lo que antes eran dos,

ahora mismo sólo es uno

y por eso... soy nosotros

sin dejar de ser yo mismo.