Reversos sombríos.

 


Todos albergamos en nuestro interior una sombra latente de la que nunca seremos capaces de desprendernos del todo; un lado oscuro con el que no nos queda más remedio que convivir, pues no existe modo alguno de exorcizarlo; una presencia soterrada que acecha en todo momento y no claudica, por mucho que nos empeñemos en disimularla. Luchar contra ello resulta del todo inútil (ya que..., en cierta forma, sería algo así como negarnos a nosotros mismos) y tratar de esconderlo, mediante el uso de todo tipo de subterfugios y fingimientos, constituiría una falta de respeto hacia los demás. 

Tras más de una década tomándole el pulso a las singularidades que definen el entorno de la "nación invisible" (y..., en buena medida, influido por ellas) determinados aspectos de la "cultura occidental" en la cual me fuí formando como persona, se me antojan a día de hoy, cuanto menos, chocantes. La constante pretensión de alcanzar la perfección (o, en todo caso, aparentar haber logrado este objetivo) no tiene cabida en el subconsciente colectivo de la sociedad qarpadia. Por supuesto, se incentiva un útil y continuado desarrollo de la capacidad de mejora (tanto a nivel individual como colectivo), pero el concepto de "perfección" es algo que se asume como uno de los más claros ejemplos de entelequia; por la sencilla razón de que todos somos portadores de nuestras propias miserias.

Aceptar este hecho es el primer paso para sacarle partido a ese "reverso tenebroso" inherente a nuestra condición humana, habida cuenta de que nada es malo per se sino que todo terminará dependiendo del fin al que se destinen aquellas cualidades  particulares de las que estamos provistos. El fin puede que no justifique los medios, pero renegar de los medios tampoco debe convertirse en un fin. Eso sí, claridad y honestidad han de ser los avales previos e irrenunciables antes de recurrir al uso de las "artes oscuras". Nunca debería de importarnos que no guste lo que tengamos que decir, en tanto no se le reste un ápice de veracidad a aquello que digamos. Claudicar ante la simulación es rendirse a la mentira y... pocas cosas hay peores que vivir en un engaño perpetuo. La verdad, a menudo, resulta dolorosa, pero sólo a través de la verdad es como se aprende.


Comentarios

Entradas populares