El lenguaje de los cuerpos.

 


Se entrelazan y se funden,

se desdibujan e integran.

Se deslizan en el otro

como el fuego que se eleva.


En su profano refugio

omiten lo innecesario

para que nada contenga

su diálogo incesante.


Se despiden de sus miedos

aprovechando el descuido

de una razón acallada

por depravados impulsos.

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