Prevenciones.

 


En estos agitados momentos de obligada profilaxis, todos (o casi todos) nos hemos vuelto un poco más cautos a la hora de escoger con quiénes nos relacionamos. Pero esto mismo, que ahora parece tan de sentido común debido a las actuales circunstancias, no solemos tenerlo demasiado presente en otros contextos.

A riesgo de que se me acuse de estar invitando a considerar muy seriamente la opción de quedarse a "contemplar los toros desde la barrera", esa misma cautela; que tan oportunamente hemos adoptado en aras del interés general; posiblemente deberíamos trasladarla a otros ámbitos de orden más personal.

No digo que tengamos que encerrarnos de por vida y aislarnos del resto del mundo (quienes me conocéis, sabéis que suelo abogar justo por lo contrario), pero estar exponiéndose innecesariamente, dedicarse a revelar a los cuatro vientos interioridades que sólo incumben a unos pocos, no creo que se pueda considerar como una práctica que vaya a aportar demasiados beneficios.

Compartir experiencias, gustos o reflexiones no es lo mismo que convertir en "vox populi" elementos y datos exclusivamente personales que expongan a nuestros  seres queridos y puedan ser empleados para hacernos daño (a nosotros y a ellos) de manera completamente gratuita.

Bien está que tratemos de no exponernos a todos esos elementos patógenos que pululan por el aire y permanecen invisibles a nuestros ojos. Pero, entonces, razón de más para cuidarse de todas esas otras "especies tóxicas", reconocibles a simple vista, capaces de complicarnos muchísimo la vida. 

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