Un decenio en concordancia.

 

Sé que a más de uno le sorprenderá encontrarse con esta entrada precisamente en el ecuador de la semana (momento que suelo dedicar a todas esas damas de "inclinaciones dominantes" que pueblan estás tierras). No obstante, hoy es un día muy especial para mí en el terreno personal y, por esa razón, no me es posible dejar de lado el motivo de mi celebración (por mucho que esto suponga dejar aparcadas ciertas rutinas a las que ya os tengo acostumbrados).

Pues bien. En apenas unas horas de este jueves, víspera de San Jordi, se cumplirán diez años exactos desde que mi sierva y yo iniciamos formalmente nuestra andadura juntos. Ha sido una década repleta de desafíos que; curiosamente, si echamos la vista atrás; pocas veces han venido de esa esfera transgresora e íntima sobre la cual se ha cimentado nuestra relación. Las mayor parte del tiempo hemos tenido que estar enfrentándonos a problemas sobrevenidos de toda índole que no obedecían a ninguna clase de consecuencia derivada de nuestros propios actos. No obstante, lejos de provocar que nuestro vínculo se resintiera, todo cuanto nos ha acontecido ha servido para fortalecer una conexión que, ya desde el principio, dió claras nuestras de ser tremendamente especial.

A pesar de todo por lo que hemos pasado, nuestro avance (al menos en términos globales) jamás se ha detenido ni en lo público ni en lo privado, y... en esas estamos, construyendo, sin prisa pero sin pausa, nuestra propia identidad en comunión.

Muchas gracias Dana por estos diez años repletos de gratas experiencias a tu lado y por haberme escogido para compartir una senda tan fascinante como enriquecedora. Aún nos queda mucha guerra que dar, así que... nada de dormirse en los laureles.

T'estimo molt mi sierva.